El tejo es una conífera de crecimiento lento que puede alcanzar hasta 5000 años de edad. Pertenece a la familia primitiva de las taxáceas y pueden alcanzar una altura de hasta 20 metros. Raramente forman bosquetes, siendo lo común encontrar a los ejemplares aislados. Maduran en otoño y cada seis o siete años el árbol tiene una producción abundante de frutos de color carmesí. Sorprende su forma externa por el gran grosor de su tronco, aunque este esté vacío. Aunque lo más curioso de este árbol se encuentra en su interior, ya que posee una toxina mortal en todas sus partes, salvo en el fruto, que no en su semilla. Esta condición, sumada a que su longevidad está dada por su capacidad de regeneración, ha hecho de este árbol parte de nuestra cultura. Aunque podríamos pensar que el tejo es un árbol peligroso, es mucho más complicado que todo eso, pues se tiene demostrado que da la vida pero también te la quita.

Siempre se se ha considerado como un árbol sagrado, que significaba la eternidad. De su madera se sacaban los druidas bastones, se practicaban ceremonias bajo el refugio de su denso follaje e incluso se realizaban ponzoñas con su veneno. Los Tejos eran también conocidos en los aquelarres de meigas y brujas.
El tejo está relacionado con el mundo de los muertos pero también con el nacimiento, puesto que se han encontrado tanto en cementerios como en cuadros y representaciones en algunas antiguas salas de parto. Nacimiento, vida y muerte unidos en mismo ciclo infinito y representado y expresado genialmente por el propio árbol milenario.
El tejo era un árbol sagrado para Celtas, Astures, Cántabros y Germanos, entre otros pueblos antiguos. Cuenta la leyenda que en nuestra península, los habitantes del norte de la misma escogieron este sagrado árbol como forma de suicidarse, ingiriendo su veneno, antes que ser sometidos bajo el yugo romano.
El tejo simbolizaba para los antiguos celtas el árbol sagrado y se asociaba al culto a los muertos. Su nombre correspondía al del último día del año cuando se celebraba la noche de Halloween, la víspera de la fiesta sagrada de Samhain.
Se dice que las raíces del tejo crecen directamente de las ramas, dando la sensación de que se estuviese levantando del suelo. Uno ve sus ramas curvándose y extendiéndose a lo largo, entrando en la tierra, uniéndose con las raíces que a su vez salen hacia fuera como nuevos brotes. Copa y raíces se funden y forman el árbol de la vida eterna.
Casi no existen bosques de tejos en la actualidad e incluso hay muy pocas agrupaciones de tejos silvestres conocidas. Una de ellas es la Tejada de Tosande, en la provincia de Palencia; está formada por más de 700 tejos muchos de ellos milenarios y está considerada como una reliquia de la era terciaria, una joya botánica.

Debido a su magnífica madera flexible pero resistente, era muy apreciado por el gremio de la ebanistería. Durante la Edad Media fue muy utilizado en las Islas Británicas para la elaboración del arco largo, por su resistencia y flexibilidad, hecho que casi produjo su extinción. Por este motivo, la especie está protegida en prácticamente toda Europa aunque a día de hoy ya no se teme por su desaparición.
También se utiliza en el arte de la topiaria (dar forma artística a las plantas), también como bonsai y cada vez más dejándolo crecer libremente. Es un árbol que resiste bien a las heladas, es fuerte y su fruto de arilo rojo es precioso y muy ornamental. Es un árbol con presencia en multitud de leyendas, creencias y que aparece en diferentes mitologías.